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DEL ESTADO BENEFACTOR AL ESTADO COMUNITARIO

13 Feb

DEL ESTADO BENEFACTOR AL ESTADO COMUNITARIOLa violencia en Colombia ha querido ser justificada y explicada desde la visión el marxismo-leninismo que la define como la respuesta del “pueblo” a un Estado excluyente que ejerce violencia social, económica y política contra los menos favorecidos. Se señala a la “oligarquía” o “burguesía”, que serían las clases minoritarias pero que ejercen el poder, como culpable de esa violencia y al “proletariado” como la mayoría oprimida que se constituye en un ejército revolucionario que debe ejercer la violencia para asumir el poder e instaurar su dictadura.

La noción marxista-leninista, aún en sus variantes surgidas a partir de la revolución rusa (1905), tales como el trotskismo, el maoísmo y otros tantos ismos como intérpretes de la revolución proletaria y su vanguardia se presentaron a lo largo del siglo XX, incurre en el error de generalizar todas las formaciones sociales del mundo a la imagen y semejanza de la Rusia zarista o los modelos políticos de la Europa del siglo XIX, sin haber evolucionado a nuevas realidades de las relaciones Estado-sociedad imperantes en la democracia occidental.

Reclama así que debe existir un estado benefactor, estado de bienestar o estado providencia (The Welfare State), que debe encargarse de todas y cada una de las necesidades sociales y económicas del pueblo, teniéndose como justificación de la insurgencia o la rebelión el hecho de que estas no sean satisfechas plenamente conforme a la demanda de cada comunidad o núcleo social de base (étnicos, raciales, sociales, políticos, gremiales, etc.), pues se considera que el Estado estaría excluyendo a quienes no detentan el poder económico o político, sometiéndolo a una opresión injustificada.

El solo enunciado de ese estado benefactor es utópico, ningún Estado bajo ningún régimen socioeconómico que se plantee tendrá jamás esa capacidad de velar por el bienestar absoluto de sus habitantes, máxime si se considera objeto de derechos y no de deberes como parte esencial constitutiva de ese mismo Estado.

El modelo de Estado benefactor ha fracasado rotundamente en el socialismo y ha sido el elemento fundamental de crisis en los estados democráticos. Este modelo orientó los sistemas de protección social en los países avanzados, en particular, en Europa. Se trasladó a los países de América Latina y el Caribe sirviendo de guía para su instalación progresiva.

Sucedieron tensiones asociadas a factores demográficos, que afectaron en mayor medida a los países desarrollados y se tradujeron en un aumento de la tasa de dependencia como consecuencia del envejecimiento de la población y del aumento de la esperanza de vida. Esto significó un aumento en la demanda por pensiones de jubilación, de servicios de salud y complementarios, al mismo tiempo que disminuían los aportes de la población activa. El desajuste se tradujo en desequilibrios financieros que tensionan los sistemas y ponen a las reformas de gran actualidad[1].

Se produce una transformación en la estructura familiar, perdiéndose la supremacía de las familias biparentales con un proveedor (hombre) principal del ingreso. Las familias se diversifican tanto por el aumento de divorcios y separaciones, como por la expansión de núcleos familiares monoparentales. Al mismo tiempo aumenta la participación de la mujer en el mercado de trabajo[2] y por ende la desintegración del núcleo básico de la sociedad[3].

Para justificar el Estado benefactor y por ende la acción violenta de grupos armados ilegales, se recurre a invocar que Colombia como Estado está obligada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948) y por los Pactos de Derechos Civiles y Políticos y de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (1966), entre otras tantas que los diferentes gobiernos suscriben para estar a la par de la modernidad en materia de DD.HH.,  a respetar y hacer respetar éstos derechos por encima de cualquier consideración o razón de Estado, normas que han sido tomadas como fundamento de las decisiones judiciales para coadministrar el Estado, sin consideración a las realidades económicas que una decisión puede conllevar[4].

La apreciación ideológica del neocomunismo o socialismo del siglo XXI en esta materia resulta tan utópica como la de sus ancestros marxistas leninistas del siglo XIX.

Si bien es cierto que en su parte ética, el Estado Benefactor debe asumir y promover la reciprocidad, que es tomada universalmente como principio moral, y la mayoría de los sistemas del bienestar se basa alrededor de patrones del intercambio generalizado; el altruismo, o ayudar a otros, es una obligación moral en la mayoría de las culturas y de sus estados como lo enuncia la Carta del 91 en su preámbulo y en los fundamentos del Estado colombiano, no menos cierto es que de acuerdo con la teoría de Leonard Peikkof el Estado del bienestar no es objetivista –es decir es irrealizable materialmente-, porque se basa en una falacia, ya que si individualmente los ciudadanos no pueden permitirse un determinado nivel de bienestar, no hay ningún motivo para que sí puedan hacerlo colectivamente[5], salvo que repetir y repartir las condiciones de miseria y pobreza se considere el gran logro socialista.

Repartir casitas de a millón, en las cuales no se van a desarrollar los principios mínimos de dignidad de las familias, aun cuando cuenten con auxilios para acceder a las tecnologías informáticas, no resuelven el problema socioeconómico, como tampoco lo sería despojar a quienes tienen títulos reales sobre la propiedad rural, para resolver el problema de la cuestión agraria. Eso ya está más que probado en el fallido mundo del “socialismo real” de la extinta URSS y las realidades actuales de Cuba, Venezuela, Nicaragua y otros que mantienen vigentes los principios de la ortodoxia marxista-leninista, incluido el coautor de la llamada tercera vía.

Por el contrario, pensar que el desarrollo, más allá del asistencialismo miserabilista como señalara Álvaro Gómez Hurtado,  debe significar tanto un gran reto intelectual como un inmenso compromiso nacional, es bien diferente. Si las políticas de desarrollo tienen éxito en condiciones de seguridad política, económica y social, que incluye la garantía de convivencia pacífica garantizada por el Estado y no a criterio de las organizaciones armadas ilegales, millones de compatriotas tendrán la posibilidad de ampliar su espacio de escogencias y de incrementar su bienestar: tendrán más libertad de elegir, ya que el desarrollo es libertad[6].

Una política de desarrollo exitosa permite que millones de personas puedan levantarse por encima de la mera supervivencia, salgan de la pobreza y tengan espacio para que puedan orientar sus vidas a fines personalmente más elevados. Si, por el contrario, las políticas de desarrollo fracasan, se estará coartando la posibilidad de que muchos de nuestros compatriotas desarrollen todo su potencial[7].

Esa tesis, que el presidente Juan Manuel Santos Calderón defendió como Ministro de la Defensa en el anterior gobierno, ha sido renegada para volver a la concepción del Estado Benefactor o Providencial del siglo XIX, precisamente el que combatieron y en cuyo intento fracasaron todos los modelos socialistas del mundo entero.

Combatir la pobreza es un reto para el mundo entero que no será resuelto en la medida que los violentos entiendan la inutilidad de sus acciones criminales o en que los gobiernos estén dispuestos a condonarlas. El crecimiento económico sostenido es el principal vehículo para mejorar las condiciones de equidad y el ingreso de la población cuando contra él no atentan las acciones terroristas de quienes siendo minorías se toman las vocerías de las mayorías para justificar el criminal negocio del narcoterrorismo invocando causas sociales, económicas o políticas.

 
2 comentarios

Publicado por en febrero 13, 2013 en Opinión Pública

 

2 Respuestas a “DEL ESTADO BENEFACTOR AL ESTADO COMUNITARIO

  1. MILAN RIOS

    febrero 14, 2013 at 10:32 pm

    excelente

     
  2. LUIS JORGE PULIDO

    febrero 19, 2013 at 3:14 am

    La premisa del estado benefactor de que repartir la pobreza entre el mayor numero posible de pobres es la formula para ecelerar el desarrollo en un pais es un cuento que solo se comen los hermanitos Castro y su discipulo mas avanzado el inefable coronel,camarada paracaidista, y sus alegres compadres del Alba.

     

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