CRISIS HUMANITARIA EN VENEZUELA

Un mes después de iniciadas las protestas de estudiantes y ciudadanos en la república de Venezuela, el alto número de muertos, heridos y detenidos sometidos a procesos sumarios, indica que en ese país existe una verdadera crisis humanitaria, las garantías y libertades ciudadanas se encuentran suspendidas de facto por el gobierno de Nicolás Maduro y no se avizora una solución pacífica y pronta a la situación que cada día se agrava.

¿Existe un intento golpista como lo afirma el gobierno? No, tanto así que hoy las gentes que se manifiesta en las calles, en las guarimbas, no tiene un liderazgo político o militar definido, incluso la Mesa de Unidad Democrática MUD, que reúne a los partidos y movimientos políticos de oposición, se encuentra cuestionada por quienes protestan la falta de continuidad y coherencia en su posición frente al gobierno de Nicolás Maduro; el único líder visible, Leopoldo López se encuentra prisionero del régimen.

El movimiento de protesta surgido del seno de estudiantes el pasado 12 de febrero se convirtió espontáneamente en el vehículo de expresión de toda la ciudadanía agobiada por el fracaso del modelo socialista impuesto por Chávez y continuado por Maduro; las protestas previas del estudiantado habían sido reprimidas severamente y el 8 y 9 de febrero se realizaron concentraciones y marchas exigiendo la libertad de estudiantes detenidos, la respuesta oficial desencadenó la movilización del 12, se produjeron las primeras 3 víctimas fatales y la protesta se ha mantenido hasta hoy pese a la represión no sólo de la Guardia Nacional, sino de colectivos de civiles armados por el Estado y que actúan indiscriminadamente causando hasta ahora 26 muertos.

De manera facilista y falaz el gobierno venezolano ha querido señalar como causa de la protesta un inexistente complot de la derecha dirigida desde EE.UU y Colombia, por Álvaro Uribe Vélez, atribuye las víctimas a la acción de paramilitares colombianos infiltrados en ese país y niega la realidad de las sistemáticas violaciones a los DD.HH y al D.I.H por parte de la GN y los colectivos chavistas contra ciudadanos inermes, incluso en la sacralidad de sus propios hogares, la última víctima fue una niña de 6 años alcanzada por proyectiles disparados indiscriminadamente por motorizados contra apartamentos en Caracas.

De manera absurda tanto la OEA como UNASUR han decidido ignorar estas realidades y recurriendo a la hipocresía del lenguaje diplomático generalizan la responsabilidad de la violencia desatada y se limitan a tibios llamados al diálogo, el único gobierno que invocó la Carta Interamericana o Carta Democrática fue el de Panamá, encontrando solidaridad solamente de los EE.UU y Canadá. Venezuela decidió romper relaciones diplomáticas con Panamá y ordenó un embargo de hecho sobre las deudas que tiene con el istmo. El secretario Insulza incluso se atrevió a decir que mientras él esté al frente del organismo interamericano no hará nada con respecto a Venezuela.

Si bien es cierto el único apoyo explícito al régimen proviene de países como Nicaragua, Ecuador, Bolivia y Argentina, mediante el chantaje económico Maduro ha silenciado a los demás gobiernos y otros, como el colombiano, prefieren mantenerse al margen para no indisponer en su contra al sátrapa venezolano.

Las protestas en Venezuela surgen de la endémica escases de bienes y servicios, incluidos los de primera necesidad, desabastecimiento total; racionamientos eléctricos; inmovilidad de la industria y el comercio, restricciones a las importaciones y al manejo de divisas, amén de una inseguridad desbordada y ausencia de independencia de los poderes públicos cooptados por el ejecutivo. Los reclamos ciudadanos siempre han sido respondidos a partir de la tesis del complot de la derecha contra la revolución, pero sin buscarse soluciones reales para superar el estado de crisis.

El desabastecimiento es uno de los principales problemas que afronta el país y el Gobierno admite que 28 de cada 100 productos medidos no se encuentran ni tienen sustituto, de lo que responsabiliza a ‘una guerra económica’ que, denuncia, le ha declarado la oposición política y empresarial. A la escasez se une la inflación, superior al 56 % en 2013, eso es lo que ha movido al pueblo venezolano, el hartazgo de las interminables filas para conseguir productos que llegan racionados, pues en el país también impusieron la libreta de racionamientos al estilo cubano.

A esto se le suma la cercenación de la libertad de expresión; el régimen ha cerrado y expropiado canales de información pública por críticas a su gestión, ahora ahoga a los medios cerrando la importación de papel periódico y expulsa cadenas internacionales, como la colombiana NTN24, por informar sobre la realidad de la violación sistemática a los DD.HH y el D.I.H y no difundir solamente los comunicados oficiales que hablan de una Venezuela en paz mientras arde por los cuatro costados.

Pero quizá lo que más ha indignado a los venezolanos es la indebida injerencia cubana en sus asuntos internos; Oficiales de las FAN han evidenciado la presencia de más de 60.000 asesores isleños en los aparatos de seguridad y policía del Estado, durante las protestas así mismo se probó que no sólo asesoran la represión, sino que hacen parte activa de ella utilizando uniformes de la GN. El régimen cubano dirige y determina las orientaciones políticas, sociales y económicas de Venezuela, en tanto hoy se ha convertido en su tabla de sustento económico, en sólo petróleo subsidiar el régimen castrista asciende a la no despreciable suma de US$2.600 millones anuales, dinero que hace falta para atender las necesidades poblacionales de salud y vivienda.

El fracaso del modelo socialista en Venezuela preocupa a sus pares latinoamericanos en tanto desnuda la falacia de la propuesta del Foro de Sao Paulo para América Latina y el Caribe, de allí la respuesta cómplice de los gobiernos del continente con la ordalía que se vive en el país caribeño.